UNA MIRADA AL DESAFÍO DE LA JUVENTUD Y EL TRABAJO

 

JULISSA SEMINO

En la actualidad y de manera global se puede decir que, la presencia de jóvenes en el ámbito laboral es cada vez más frecuente y con la llegada de una nueva generación de trabajadores, surgen nuevos desafíos para las empresas y la sociedad en su conjunto, por ende, los sueños de muchas personas jóvenes contienen características que pueden ser tanto beneficiosas como retadoras puesto que, por un lado los jóvenes suelen estar más actualizados en cuanto a tecnología y tendencias, además su energía y entusiasmo pueden ser un impulso para el resto del equipo, lo que puede ser de gran ayuda para las empresas que buscan innovar y adaptarse a un entorno en constante cambio, sin embargo, la falta de experiencia laboral y la presión por competir con profesionales más experimentados puede resultar abrumadoras para muchos jóvenes.
Ahora bien, la realidad dista mucho de lo dicho líneas arriba, por ejemplo, en América Latina, aún se aprecia presencia de las colonias en el área del trabajo, siendo más palpable en los y las jóvenes que suelen estar sobre representados en empleos precarios y mal remunerados, lo que dificulta su inserción laboral y su desarrollo profesional. Muchos de ellos se ven obligados a trabajar en el sector informal, donde no cuentan con beneficios sociales ni protección laboral, por ello se ponen en el tapete diferentes retos y desafíos para los jóvenes donde, por un lado, según la Organización Internacional del Trabajo advierte de la existencia de una generación “marcada” de trabajadores y trabajadoras jóvenes que afronta una peligrosa combinación de desempleo elevado
y una creciente inactividad de éstos, obligando a algunos a caer en posibles hechos delictivos, a otros verse atraídos por grupos subversivos o paramilitares y a otros cuantos ver como salida laboral el alistarse a las fuerzas armadas.
En el 2005 la OIT creó el Programa de Empleo para la juventud con el objetivo de alcanzar un desarrollo mundial proporcionando oportunidades de trabajo decentes a través de un enfoque integrado ofreciendo una amplia gama de servicios como investigación, actividades de promoción, asesoramiento normativo y asistencia técnica en apoyo de los miembros de la OIT. No queda duda que existen programas de integración, pero la realidad es que los jóvenes en la actualidad suelen enfrentarse a trabajos precarios, mal remunerados y con pocas oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional y además en América Latina se le suma la falta de acceso a una educación de calidad que también impacta en las oportunidades laborales de los jóvenes que no logran terminar sus estudios viendo truncado su proyecto de vida.
Si bien es cierto que con el paso del tiempo el trabajo para los jóvenes en el mundo ha evolucionado y están regulados por diversas leyes y normativas que buscan proteger los derechos laborales, buscando garantizar su acceso al empleo en condiciones justas y dignas en América Latina esto es letra muerta puesto que la mayoría debe trabajar de manera informal lo que conlleva a poca remuneración, horas excesivas de trabajo y por ende a una explotación juvenil viéndose influenciados por un conjunto complejo de factores legales, socioeconómicos y culturales que impactan en un éxodo masivo de jóvenes a diferentes países.
Es un hecho que la economía está cambiando y con ella también las estrategias de competitividad donde el eje fundamental debería ser la persona como trabajador y como auténtico valor en búsqueda de ventajas competitivas que lo mantenga al día para optar a cualquier trabajo. Según datos de Naciones Unidas, más del 50% de la población mundial tiene menos de 30 años y estima que este porcentaje crecerá a futuro, con lo cual, es importante entender que el entorno laboral es altamente competitivo y por ello, entender que los jóvenes deben buscar oportunidades de capacitación y desarrollo profesional para mejorar sus habilidades y así aumentar su empleabilidad. En América Latina, los jóvenes para adaptarse a un entorno altamente competitivo necesitan que el estado invierta en educación y apueste por una buena política educativa como también tomarse en serio el dicho popular que dice: “los jóvenes son el futuro del mañana,” así la juventud contará con una educación sólida y de calidad junto con habilidades duras y blandas relevantes para una óptima inserción laboral.
Una forma de desvincular, entender y tomar acción, implicaría reconocer y enfrentar las estructuras coloniales y neocoloniales que han contribuido a la marginación y precarización laboral de los jóvenes en América Latina, en primer lugar comprender como ha influido en la distribución desigual del poder, recursos económicos y oportunidades laborales, en segundo lugar, promover y valorar los conocimientos, prácticas y saberes locales de las comunidades reconociendo la diversidad cultural y promoviendo un diálogo intercultural para fortalecer la identidad y autoestima de los jóvenes, en tercer lugar, considerar las múltiples dimensiones de la identidad de los jóvenes (como género, etnia, clase social, orientación sexual, entre otros) al abordar el desafío del trabajo juvenil, y por último apoyar y promover proyectos comunitarios autogestionados o emprendimientos sociales basados en
principios solidarios.
En definitiva, si tenemos en cuenta el pasado para no cometer los mismos errores podemos decir a la juventud ¡Estamos aquí y cada vez somos más! miremos el futuro con esperanza e “implicancia” por medio de acciones simbólicas para expresar rechazo y disconformidad, dichas acciones pueden ser creaciones de formularios de firmas para exigir al gobierno de turno que se implique más con los jóvenes y no con las empresas o quizás haciendo una cadena de peticiones involucrando a organizaciones, incluso con una marcha solidaria para cambiar una situación injusta laboral, es decir, existen muchos métodos y formas de exigir a través de la web y de forma presencial también, sólo debemos aceptar que el desafío de la juventud implica cuestionar las estructuras coloniales presentes en el ámbito laboral, promover formas alternativas de organización y empoderamiento juvenil, valorando sus saberes locales y fomentando proyectos para una inserción laboral digna que debe ir acompañada de un proceso profundo de transformación cultural y social hacia una mayor equidad e inclusión tendiendo a sociedades libres de violencia. Como decía Gandhi: “Sé el cambio que
quieres ver en el mundo”.